En un post anterior hablábamos de quién elabora las primeras preguntas en un proceso participativo. Hoy continuamos hablando de preguntas y del arte que implica formularlas y responderla.

A finales de marzo participamos en el Encuentro del proyecto QUEIRON “Evaluar la Educación para el Desarrollo. Aprendiendo de nuestras experiencias”. Organizado por la Fundación Albihar con la asesoría de PERIFERIA nos reunimos en Sevilla casi treinta personas y nos aproximamos y reflexionamos primero sobre “Una mirada al otro lado del espejo: pasos metodológicos para medir el impacto de nuestro trabajo socio-educativo”, con Adélie Miguel Sierra, en el marco del contexto europeo en evaluación de ED. Continuamos con Mª Luz Ortega Carpio acerca de “Qué evaluar y para qué” y avanzamos con “Las políticas de evaluación. La evaluación de la estrategia de Educación para el Desarrollo de la AECID” de la mano de José Manuel Argiles Martín. Claudia Usuga Rodríguez nos habló de “Aprendiendo y construyendo conocimientos a partir de nuestras experiencias” desde la experiencia de CIC BATA sobre la sistematización de experiencias desde el enfoque de Educación Popular. A Iniciativas de Cooperación y Desarrollo nos invitaron para presentar “Una mirada a nuestras prácticas desde las Dimensiones de la Educación para el Desarrollo y la Educación para la Ciudadanía Global

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La jornada terminó con la presentación de los avances de la investigación sobre la Evaluación en Educación para el desarrollo que están impulsando Mª Paz Torres Martín de Rosales y Mª Dolores Ochoa Rodríguez de la Fundación Albihar y PERIFERIA respectivamente.

De lo compartido, queremos recuperar ahora una sugerente pregunta que Adélie Miguel planteaba al inicio:

¿Para qué sirve lo que hago?

Nos invitaba a ver en la evaluación no sólo lo que hacemos sino el cambio que está detrás del proceso; evaluar para ayudar a mejorar nuestro trabajo y para ayudar a generar el cambio que buscamos. Se trata pues de echar una doble mirada al cambio.
Nos resuena mucho desde el trabajo que venimos impulsando. Esta mirada nos acompaña.

Otra mirada que también nos acompaña y de la que bebemos es la del enfoque sistémico. En octubre participábamos en un curso de Katia del Rivero Vargas organizado por emana sobre Gestión sistémica del talento. Muchas, muchísimas fueron las preguntas compartidas en torno a:

­- ¿Qué o quién falta en este sistema?
­- ¿Qué o quién está fuera de lugar?
­- ¿Qué o quién necesita estar o ser reconocido/a?

Sí, ahí están, los tres principios sistémicos (completud o pertenencia; organización u orden; balance dinámico o equilibrio entre tomar y dar) que tiene un sistema para desarrollarse de manera «saludable». A estos tres añadía Katia un cuarto principio: los ciclos, la temporalidad de los sistemas. Y sobre los ciclos, nos decía, podemos preguntarnos:

­- ¿Qué necesita morir para que “esto” nazca?
­- ¿De qué o quiénes tenemos que despedirnos para seguir?

Especialmente jugosa en preguntas es su propuesta de entrevista sistémica que organiza en torno a cinco momentos que, como ella nos confirmaba, muchas veces se solapan, en la fluidez y la flexibilidad de un diálogo sistémico:

1. Identificar el tema a trabajar: una frase de cuatro o cinco palabras que explique qué quiere alcanzar, qué quiere que sea diferente.
2. Identificar los elementos y sistemas que están vinculados en esta situación (configuración).
3. Cuál es o dónde está el patrón que prevalece, cuál es la dinámica que está presente, lo sistémico que se repite (identificar la dinámica oculta).
4. Relacionar el patrón con el tema: ¿de qué te has dado cuenta?
5. La intervención sistémica, si es necesario. Dando fuerza de vida.

En otro orden de cosas, leíamos en la versión impresa del periódico Diagonal, “El cuerpo como espacio de disidencia” de Lucrecia Masson. También ella aborda el tema desde las preguntas. Aquí os compartimos algunas de ellas:

­ – ¿Es posible pensar en el cuerpo como un espacio de disidencia?
­ – ¿Podemos pensar en una historia colectiva de nuestros cuerpos?
­ – ¿Cuáles son los dispositivos que producen corporalidades inapropiadas?
­ – ¿Bajo qué mecanismos se construye el cuerpo normal?
­ – ¿Podemos plantearnos mecanismos para crear nuevos modos de producir cuerpos, de producir deseos, de producir bellezas?
­ – ¿Y qué herramientas nos damos para hacer de nuestras vidas un espacio más habitable y feliz?

El arte de la pregunta que cuestiona y genera, que ayuda a florecer, a generar cambio.
Y ante esto no estamos solxs. El contexto de crisis sistémica que vivimos nos lleva, profesional y personalmente (a veces tan de la mano), a mirarnos y mirar el entorno de otras maneras. Superar inercias en las que estábamos y que no nos vienen sirviendo supone darnos cuenta de que estamos en ellas e “inventar” cómo salir de ahí. Esto nos puede resonar para la evaluación en Educación para el Desarrollo; para generar prácticas transformadoras; para lograr y desarrollar una mirada y actitud cada vez más sistémicas; para mirar nuestro cuerpo y los modelos del mismo, de vida, de trabajo, de relaciones… normativizados que se imponen. Y en ese sentido, una familia de preguntas que nos rondan:

¿Cómo nos vinculamos con otras personas facilitadoras de procesos de cambio?

¿Cómo nos vinculamos con personas y colectivos que miran y viven sus relaciones afectivas, sus deseos y búsquedas en la periferia de “lo normativo”?

¿Cómo nos vinculamos con agentes sociales que crean alternativas reales humanas y humanizadoras?

¿Cómo nos vinculamos desde el conocimiento, desde los afectos, desde el humor?

¿Cómo nos vinculamos con quienes apuestan por cuidar procesos, redes, alianzas…?

¿Qué co-creamos?